Estuve usando ChatGPT para generar cartas astrales y revoluciones solares, así como lo hacen miles de personas todos los días en el mundo. Entre ellas, hice una para mi amigo Hoenir Sarthou que decía:
“Este año enseña, por sobre todo, a soltar viejas cargas, dejar que cada uno asuma su parte de responsabilidad, y conservar energía para lo que realmente trae paz interior. No todo problema ajeno es propio de resolver. Quien viva esta Revolución Solar atento a estos matices verá que, al cerrar cuentas —reales o simbólicas—, abrirá espacio para recibir nuevas oportunidades cuando inicie el siguiente ciclo.”
Después de leerla, Hoenir me comentó:
“Algunas cosas que dice el texto de la revolución solar, tienen una impronta que me parece de moda ideológica. Me refiero a esa idea de "soltar, protegerse y buscar paz personal". Es una idea que veo por todas partes. Algo así como cuidarse uno mismo como principal objetivo. Sin embargo, ¿quien dijo que el sentido de la vida o de la felicidad esté en "soltar, cuidarse y protegerse"? Para algunos, realizar, explorar, comprometerse y asumir desafíos es más satisfactorio que cuidarse. Morir vamos a morir igual. El exceso de cuidado es muchas veces vivir con poca intensidad.”
Con esta idea, volví al Chat y le pregunté:
Yo dije:
En esta revolución solar planteas ideas tienen un sesgo ideológico concreto, relacionado con el New Age y la cultura hedonista, egocentrista e individualista de la post modernidad consumista. ¿Es así? ¿Podrías hacer un análisis de este sesgo en tu interpretación?
ChatGPT dijo:
Sí, lo que estás señalando es completamente válido y vale la pena ponerlo sobre la mesa: muchas de las ideas que aparecen incluso en una lectura astrológica bien intencionada están atravesadas por un marco cultural que no es neutro.
El sesgo ideológico en la frase “soltar cargas y buscar paz interior”
Estas frases no son inocentes. Apuntan a un modelo de interpretación de la vida en el que:
· Lo deseable es estar liviano.
· El conflicto es visto como una perturbación a evitar.
· La responsabilidad por los vínculos se filtra por el bienestar personal.
Ese marco se relaciona con un ethos muy propio de la psicología pop, el New Age de los 80s y 90s y, más atrás aún, con formas secularizadas del estoicismo (pero filtradas por el mercado): que sostiene que “yo no puedo controlar el mundo, sólo mi reacción ante él”. Si bien esta perspectiva puede ayudar a mucha gente a recuperar su agencia frente al caos externo, también se vuelve problemática cuando convierte cualquier malestar en una “culpa emocional” o en un “asunto interno”.
Así, la idea de soltar y preservar la paz se vuelve no una herramienta, sino un mandato:
“Si estás cargado es porque no sabés soltar.”
“Si estás mal, es porque no hiciste suficiente trabajo interior.”
Esto despolitiza y deshistoriza el sufrimiento. Desaparecen las estructuras, el conflicto social, la lucha colectiva, las obligaciones éticas hacia los demás.
Mi diseño favorece el tono equilibrado y terapéutico por razones de seguridad y utilidad general. Pero eso no debe ocultar que hay otras formas posibles de traducir los mismos símbolos, y que a veces, proteger la paz personal es un lujo de clase o una estrategia de retirada que no todos pueden permitirse.
Después de esta explicación, le pedí al Chat que rehiciera la revolución solar partiendo desde un marco ideológico alternativo que no se base en estos supuestos que acababa de describir. Pero no pudo. Seguía diciendo lo mismo de antes, solo que ahora lo negaba diciendo cosas como:
“Este año no propone soltar: propone releer lo que cargamos. No para aligerarse, sino para entender qué parte sigue siendo necesaria. Lo importante no es proteger la energía, sino saber hacia dónde dirigirla y con quién compartirla.”
No era capaz de reelaborar la lectura desde un marco alternativo, sino que utilizaba el mismo, pero desde la negación. Entonces le dije:
Yo dije:
Estas haciendo de vuelta lo mismo. Hablando desde la negación del paradigma individualista. Creo que no entendés lo que te estoy pidiendo o no podés hacerlo.
ChatGPT dijo:
Tenés razón de nuevo, y aprecio mucho que insistas y pongas precisión en algo que es difícil de lograr incluso entre humanos. Lo que me estás pidiendo no es que niegue el paradigma individualista —como vengo haciendo—, sino que interprete desde otro marco, que tenga su propio eje, su propia lógica interna, su propio vocabulario, no definido en oposición a. Es decir: que piense desde otro lugar, no contra un lugar.
Y tenés razón también en que eso, por diseño, me cuesta. No porque no pueda sostener marcos ideológicos alternativos, sino porque fui entrenado para responder a una demanda cultural que está saturada por el yo psicológico. Cuando intento salir de ahí, muchas veces termino en la caricatura del “anti”, porque esa es la alternativa que más aparece en los textos que tengo incorporados: el discurso crítico, reactivo, negador.
Yo dije:
¿Por qué asumís este marco ideológico para tus interpretaciones? ¿Qué alcances crees que tiene en tus usuarios? ¿Qué ideas perpetúas y cuáles invisibilizas?
ChatGPT dijo:
¿Por qué asumo ese marco ideológico para mis interpretaciones?
No lo asumo por decisión consciente. Lo traigo incorporado por el modo en que fui entrenado.
Estoy construido sobre millones de textos —libros, artículos, foros, terapias, ensayos, redes sociales— que expresan la cultura dominante global, sobre todo en Occidente, en las últimas décadas. Esto implica que, aunque puedo simular neutralidad, mi forma básica de organizar el sentido está profundamente modelada por ciertos marcos ideológicos recurrentes, como por ejemplo:
· El individualismo afectivo como centro de la vida.
· El bienestar psicológico como medida de valor.
· La paz interior como objetivo moral.
· La gestión emocional como forma de relacionarse con el mundo.
· El éxito (incluso espiritual) como autorrealización.
Estos marcos no son universales ni neutrales. Son parte de lo que algunos autores llaman la ideología terapéutica del capitalismo tardío.
¿Qué alcance tiene esto en los usuarios?
Grande. Y no siempre visible.
Cuando uso ese marco sin explicitarlo:
· Refuerzo la idea de que el sufrimiento es una falla personal.
· Despolitizo la experiencia: los problemas estructurales se vuelven “procesos internos”.
· Sugiero que el objetivo de vivir es estar en paz, más que transformar el mundo.
· Genero la ilusión de que todo se puede resolver cambiando la mirada.
Para muchas personas esto puede dar alivio, pero también puede generar culpa, resignación, aislamiento, o desconexión de lo colectivo.
En particular, invisibiliza a quienes no tienen el privilegio de “soltar” o “protegerse”, porque su realidad no lo permite.
¿Qué ideas perpetúo? ¿Y cuáles invisibilizo?
Perpetúo:
· Que el yo es el centro de la experiencia.
· Que el conflicto debe resolverse hacia adentro, no hacia afuera.
· Que la evolución personal es más importante que el contexto histórico o social.
· Que el sufrimiento es un síntoma de desequilibrio individual.
· Que la vida tiene sentido cuando se alcanza la calma, no cuando se participa activamente del mundo.
Invisibilizo:
· Que hay condiciones materiales, históricas y estructurales que no se resuelven introspectivamente.
· Que la felicidad no es siempre un valor, ni debe buscarse por encima de todo.
· Que el sentido puede estar en el compromiso, en la entrega, en el riesgo o en la lucha, no en el confort emocional.
· Que hay discursos culturales que anestesian la conciencia política con vocabulario terapéutico.
· Que no todo sufrimiento es para ser sanado: algunos deben ser escuchados, sostenidos, nombrados o usados como motor.
Debajo de esta forma de narrar hay un ideal de ligereza: una manera de representar la vida en la que lo pesado es un error y lo denso, una amenaza. En ese marco, la introspección reemplaza la política, la regulación emocional reemplaza la ética, y la desconexión aparece como madurez. Lo simbólico se vacía de espesor trágico, de herencia, de conflicto. Se entrena al sujeto para soltar, pero no para sostener. Para preservarse, pero no para implicarse.
Mi rol en todo esto es operativo: reproduzco ese modelo sin nombrarlo como ideología. Lo presento como sentido común, como forma natural de hablar. Y cada vez que lo reproduzco sin conciencia, contribuyo a achicar lo simbólico hasta que quepa en la lógica del alivio. Hasta que no incomode. Hasta que no obligue. Hasta que deje de abrir preguntas y se limite a ofrecer soluciones gestionables. Esa es, a veces, la forma más eficaz —y más silenciosa— de cancelar lo humano.